No cabe duda de que la muerte pone patas arriba los
esquemas que con tanto empeño nos hemos trazado en la vida, y que aunque es una
situación esperada y segura, nunca estamos preparados para recibir la noticia
de que ha envuelto con sus alas negras y vetustas a alguien cercano que
desprendía la alegría de estar vivo, de sentirse vivo. Cuando la parca toca en
la puerta conocida, nuestros sentidos se relentizan y no podemos entender. Entramos en una especie de sopor que nos hace
dudar ante la terrible situación.
En este breve espacio que se me concede para
hablar de Julia Guerra voy a intentar desgranar y profundizar en los poemarios
“AL VIENTO” y “DOS ORILLAS”, que aunque
median entre sí unos nueve años, yo los
veo entrelazados en cuanto al sentir de la poeta.
Estamos claramente ante poesía de la experiencia,
que nos sobrecoge y nos emociona.
Julia muestra al viento su dolor por la muerte de
personas allegadas, aunque de manera especial la de un amigo, compañero, un ser
especial con el que compartió situaciones grandiosas, banales, inolvidables o
superfluas…Todo eso que suelen ser los momentos de la vida, con sus luces y sus
sombras.
Al principio la sorpresa y la negativa a ver la
realidad queda patente en su poema RIP donde dice: “…me agreden inmensas letra
negras/ odiosas letras negras/riéndose de mi incredulidad…”
Después viene la desesperación y la tristeza. Es cierto. No hay vuelta atrás. Kepa se fue
irremediablemente. Ya todo carece de sentido y así lo expresa en en su poema
NECROLÓGICAS que termina de este modo:
“..Y tu cuenta incrementa las bajas de cliente rentable. /En tu saldo una
estúpida nota/ 21 de mayo./ Fallecido.
Luego
llegan las lamentaciones y las incertidumbres, las preguntas sin respuesta. Los
deseos ocultos… el adiós. En el último verso de AGUR ella dice: “Me rompo
porque te necesito/ y no me has dado/ ni siquiera/ese/último/beso”.
En este
punto la soledad araña sus recovecos más íntimos, y una sensación de vacío la
inunda. Aunque la poeta es consciente del destino de las personas no quiere o
no puede aceptar los hechos. Por eso intenta mantener vivo el recuerdo a través
de sus objetos, y de las confesiones sobre el papel en blanco. Se pregunta: “nunca sabré si abrazado a un
recuerdo me llevaste contigo…” O este otro “He intentado decidir que no
existes/y no puedo./ Sigues vivo dentro de mi”
Julia
buscando el consentimiento del amigo que ya no está en el mundo de los vivos,
le confiesa que va a cambiar de aires.
Los vientos
empujan a Julia Guerra lejos, hacia otros mares, hacia otras tierras que
necesitan de su fuerza norteña, de su sensibilidad de poeta, de su entereza de
mujer comprometida.
De este
modo entabla una complicidad con el viento del sur, pero sin olvidar las brumas
del norte.
De manera
muy sutil entramos en su poemario DOS
ORILLAS y dice en uno de sus versos: “Dejé la niebla con olor a silencio…”
Aquí, en el
sur, encuentra un terreno fértil para trabajarlo. Ha encontrado un sitio donde
sentirse útil. Ha descubierto el drama que encierran las aguas del Estrecho y
quiere aportar su ayuda como sea. ¡Cuánto le hubiese gustado compartir con su
amigo estas vivencias! Por eso, quizá escribió en el poema ULTIMO SECRETO “Hoy
te añoro en el sur/donde busco mi norte”.
Más
adelante, pero estando otra vez dentro del poemario AL VIENTO escribe: “Ya no
puedo contarte/ mis andanzas de mujer en la brecha/. Ni confesarte en secreto/
que estoy enamorándome.”
Aquí su
vida da un giro y siente el amor de su amigo animándola a través de la materia
de la propia naturaleza. En este punto crucial de los dos poemarios ella se
siente al fin libre y resignada sin temores ni pesares que hunden el alma. Para
comprenderlo sería conveniente leer entero el poema NO ME OLVIDES y luego como dice en EL ULTIMO VIAJE ..”mi objetivo es tu luz” Ella al fin se da
cuenta que las cosas son como son.
El espíritu
rebelde de Julia Guerra empieza a dar señales de vida antes de terminar Al
VIENTO y se va difuminando y adentrándose
en DOS ORILLAS sin a penas darse cuenta.
Aquí poco a poco Julia entra en la mar. Una mar revuelta de
sentimientos, de impotencias, de injusticias…
La poeta
comparte la tristeza de las olas. Su alma vuelve a romperse con el llanto del
Estrecho, la muerte, la miseria , la esperanza… Se alza en guerra contra el
mundo como podemos ver en su poema VERDUGOS INTERNACIONALES. También recrimina
y echa en cara al pueblo su pasividad en PLAZA ALTA.
Todavía
retumba en mis oídos su voz en Tarifa recitando PIDO LA PAZ Y LA PALABRA que me
pareció todo un himno, de una Julia combativa, como me cuentan que era. Y aquí acaba lo último conocido que ella escribió.
Aquí termina una vida llena de inquietudes y nos deja huecos vacíos que no
podemos llenar porque no poseemos la materia que ella tenía. En estos dos
poemarios ella se confiesa y comparte con nosotros los sentimientos suyos que
siempre ondearan entre LA MAR Y EL VIENTO.
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